miércoles, 2 de febrero de 2011

Por qué creer en bilingüismo y similares

Érase 1988.  Liverpool seis de Septiembre, licenciatura acabada y . . .¿año sabático? Hay que prepararse las oposiciones, hablar inglés e interpretar a los Scouse, ¡qué inglés más raro! 

Entro en un aula a los dos o tres días de alojarme en casa de Carol Carlisle y su hija de nueve años.  Es cosa mía, Carol y su hija no hablan Scouse (léase, fortísimo dialecto de la clase obrera de Liverpool y alrededores). Repito, entro en un aula de chicas de doce años que me dan lo buenos días en un castellano peculiar y agradezco, porque, en efecto, estas chicas TAMBIÉN HABLAN ESE DIALECTO DEL DEMONIO y me entienden perfectamente en inglés, pero me ridiculizan porque tenía yo entonces un inglés muy americano.  Cosas de estudiar y vivir en Sevilla, perseguir a ancianos de Chicago, Michigan y New Jersey para ofrecerles mi ayuda y, de paso, "pegar la hebra."

Y entonces ocurrió.  Vi UNA PROGRAMACIÓN con todos los contenidos, objetivos y demás estructuras y vocabulario EN ESPAÑOL que las alumnas de aquella school concertada, medio colegio, medio instituto, tenían que dominar en cada etapa.  Me sorprendían aquellas crías ofreciéndome un "bocadilio" a las doce y media del mediodía. . . con una desenvoltura que implicaba ausencia de complejos en la producción de una lengua extranjera.  Eso sí, había niveles y "subniveles"--pensaba yo--Tarde o temprano se lograba el GCSE o Secundaria Obligatoria.  Pero yo entonces no sabía que era eso.  

En cualquiercaso, se hizo la luz y me dije: "Algún día mis alumnos hablarán inglés, me oirán hablar inglés EN EXCLUSIVA y, además, dominarán gramática y vocabulario. . . todo explicado en inglés." Del caos, además de las filias y grandes fobias que tal decisión mía generó a mi regreso a Huelva, previo paso por mis oposiciones, no hablaré.  Y eso que tanto los británicos como yo seguíamos una metodología Setentera. 

Yo pagué el pato en 1991, que no en 1990.  Veinte años más tarde, tras continua experimentación, hago lo que puedo.  Pero SIGO HABLANDO INGLÉS.  Y esperando que mi alumnado lo haga también, en la medida de sus posibilidades.